Google+ Cada día somos más: Un nuevo triunfo de la democracia

Visitas

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Un nuevo triunfo de la democracia

Aunque traten de disimularlo, algunos están felices con estos incidentes. Un titular alarmista excita a los agoreros. Si detrás de la rebelión policial y los virulentos saqueos en algunos comercios hay varios cerebros organizadores, la Justicia deberá dejarlos al descubierto y castigarlos para que estos episodios no se repitan. Pero pronto. De nada valdrá que dentro de unos años aparezca algún condenado, cuando ya pocos se acuerden de cuál era el delito. O peor, cuando los diseñadores de estas dramáticas escaramuzas hayan adquirido más experiencia. No hay que tomar esto a la ligera porque ha habido muertos, heridos, pérdidas materiales, mucho descontrol y un accionar violento que nada tiene que ver con los tiempos que vivimos. Ya nadie pone en duda la despreocupación con que el Gobernador de Córdoba manejó este asunto, pero situar a De la Sota como el principal responsable es otorgarle demasiado mérito. De esta serie de incidentes, hay mucho para analizar, desde el control político de las fuerzas policiales hasta los focos de pobreza que todavía persisten; desde la formación de los agentes de seguridad hasta la existencia de conspiradores dispuestos a todo con tal de recuperar el poder.

Análisis serios y comprometidos, no cualquier pavada. Que el ex presidente Fernando de la Rúa vea en estas escenas algo parecido a lo que provocó su renuncia aporta muy poco, salvo material para una compasiva sonrisa. El contexto de 2001 es totalmente diferente al actual y si bien los saqueos nunca deben ser bienvenidos, en aquellos tiempos la situación parecía invitarlos. La historia no se repite: se copia. Y casi siempre, mal. Por eso los disturbios de estos días contienen tanto absurdo. Pero de la Rúa habla: “los saqueos parecen incomprensibles, pero muestran que había una tensión social que estaba silenciada y que el Gobierno debe atender”. ¿Qué gobierno, doctor? ¿Cuál de todos los que deben solucionar los conflictos que surgen en la sociedad? Porque los jefes comunales, intendentes y gobernadores son los que deben estar más en contacto con la población y conocer sus necesidades. La Presidenta –cualquier presidente- debe tener su mirada puesta en el conjunto y no en las particularidades. Para eso el Estado tiene diferentes manifestaciones y, en consecuencia, responsabilidades graduales.

Muchos datos evidencian que la necesidad alimentaria no fue la que impulsó los saqueos. Algunos pueden haber aprovechado el revoltijo para llenar de comida un carrito, pero la mayoría acarreó productos más costosos, casi suntuarios. Eso sí: todos recurrieron al robo para satisfacer lo que sea y violentaron la propiedad de la peor manera, lo que puede auspiciar cualquier cosa. Sin intenciones de moralinas, esto ayuda muy poco en la construcción del país deseado, nos distrae del camino que estamos recorriendo y, sobre todo, confunde, que es lo más peligroso.

Ahora hay que pensar en las fuerzas policiales, tanto en sus remuneraciones como en sus obligaciones. Por supuesto, lo más importante, en su control. Democratizar la policía es encuadrarlas a las decisiones del poder político y a las necesidades de la población. Su proximidad con el delito exige que no se les pierda pisada. Esto no debe quedar sólo como un reclamo salarial, sino que debe convertirse en un punto de partida para transformaciones más profundas y auspiciosas.

Una fiesta en medio del dolor

Algunos exponentes de la oposición se opusieron –como corresponde- a la realización de los recitales programados en Plaza de Mayo. Está claro que no entienden el funcionamiento de las cosas y buscan cualquier excusa para que el ciudadano no cope las calles. Aunque no lo digan con todas las letras, las fiestas populares provocan en muchos de ellos algo de urticarias y una crisis depresiva. Un poco de frustración también, porque ni en sueños tendrían semejante poder de convocatoria; ni con el genio de la lámpara recibirían la ovación que desató la aparición de Cristina en el escenario de Plaza de Mayo. Muchas cosas se mezclaron en ese momento: la continuidad democrática, estos diez años K, la respuesta a la extorsión policial pero, sobre todo, la alegría por verla recuperada. Nunca se había cantado el Himno Nacional con tanto entusiasmo, producto tal vez de los ritmos agregados por Choque Urbano mezclados con los vientos de los granaderos. No sería mala idea que esta versión se convierta en oficial, a pesar de las reprobaciones de los protestones de siempre.  

No lo entenderán nunca: a la oscuridad no se la vence con miedo, sino con alegría. Si se hubieran suspendido los actos festivos en conmemoración de los 30 años de continuidad democrática, el triunfo de los conspiradores se habría concretado. Pero no, en medio de los disturbios, de la rebelión policial, de las muertes, la muchedumbre salió a la calle y se aglutinó en defensa de un país que quiere vivir en paz. “Tengo una sola certeza absoluta: todo lo que falta lograr, lo que nos falta hacer, sólo se puede hacer en democracia, respetando la Constitución, las leyes, las autoridades establecidas”, clamó CFK desde el Museo del Bicentenario.

Ante asistentes radicales y kirchneristas, La Presidenta señaló más las continuidades que las disidencias entre el primer gobierno constitucional después de la dictadura y la década kirchnerista. Y fue más allá, pues señaló que este presente es un camino a la concreción de los valores de Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón, creadores de los únicos movimientos populares en el siglo pasado. Una manera contundente de llamar a la reflexión a los actuales dirigentes del radicalismo, para que no se sumen a las operaciones destituyentes de los medios hegemónicos ni se hagan eco de las denuncias que propagan. La emotiva reivindicación de la figura del ex presidente Raúl Alfonsín evocó los más significativos abrazos de la historia. Y, lejos de toda crítica, encuadró las renuncias y los retrocesos de esos tiempos a los “condicionamientos de los sectores antidemocráticos”. "Aquélla era la Argentina de la libertad condicional, una democracia de libertad condicional", sentenció Cristina ante el entusiasmo de los asistentes, tanto en el Museo como en La Plaza.  

Como era inevitable, la Primera Mandataria aludió a los escabrosos incidentes ocurridos en la mayoría de las provincias por la rebelión policial y la hambruna repentina de indigentes en 4x4 y motos de alta cilindrada. "Yo no creo en las casualidades –confesó- tampoco creo que sea por contagio. Por contagio son las paperas, la varicela o la rubeola. Esto es por planificación y ejecución con precisión quirúrgica”. “Sabemos que hay instigación política de aquellos que creen que pueden ganar elecciones hablando de seguridad a través de la instalación del miedo", continuó. Y, para delinear la agenda de los próximos días, Cristina destacó el fracaso de las políticas punitivas, porque “la inclusión y el control civil y ciudadano de los organismos de seguridad es lo que garantiza la seguridad de los ciudadanos”. Por eso se la extrañó tanto en estos meses.

Una semana difícil pero no sorprendente porque nos estamos acostumbrando a estos episodios bestiales: agentes policiales en connivencia con el delito declarados en rebeldía y operadores políticos que alientan el saqueo. Pero otra vez fracasaron, lo que indica que ya no volverán a triunfar. Ahora lloverán las propuestas para encuadrar a las fuerzas de seguridad distritales en las normas democráticas. Pero la mejor policía es la que no hace falta y para eso hay que alejar a la mayor cantidad de ciudadanos de la tentación del delito. La inclusión en todas sus dimensiones es el camino. Que nadie se atreva a dudar de eso. 

Por: Gustavo Rosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario